Como un entumecimiento del alma y la mente, sin sentido por la vida, añorando cielos y estrellas, sin moverse ni un minuto.
Ese gesto lamentable de elevar la mirada al cielo se repite.
Y Miro (sí, yo Miro).
El mismo estado confuso induce al error, induce a sentarse.
Mis ojos recorren la mágica galaxia enmudecida por las luces citadinas, y sólo unas pocas estrellas se escuchan en la multitud. Su canto envenena y corrompe.
Me atrofia. Me mata. Y me siento a mirar, de nuevo.
y todo lo que se puede hacer es mirar.
ResponderEliminarme gustó, saludos