domingo, 15 de enero de 2006

Los pensadores de Atornum

Aquí les presento el primer acertijo, espero que sepan cómo resolverlo :

Los pensadores de Atornum

Jorge Essen tenía cita con el médico del pueblo. Éste hombre, de avanzada edad, había atendido a su familia desde hacía muchos años, por lo que le daba un trato especial (además de un precio especial).

Jorge nunca había estado demasiado tiempo en la sala de espera y el médico siempre lo atendía con buen humor.

Essen ya había llegado al consultorio y se encontraba sentado en una de las sillas de madera de la sala de espera, en la que se encontraban dos personas. Le echó una mirada a las revistas que había en un pequeño mueble a su lado. Él no las necesitaría, en seguida llegaría el amable viejo y lo llevaría al consultorio, lo revisaría rápidamente y se iría a su casa.

Y como Jorge predijo, rápidamente llegó el anciano. Pero no dijo su parlamento habitual, sino que un dolor punzante le impidió el habla y permaneció inmóvil, con la mano derecha sobre su pecho. Jorge se levantó para ayudarlo, sin embargo no fue necesario. El médico se recuperó y le dijo amablemente que pasara hacia otro cuarto y lo atendería de inmediato.

Jorge se sintió satisfecho, su rutina permanecía inalterable, excepto por un detalle: Nunca había entrado a esa habitación. Lentamente se aproximó hacia donde señaló el viejo y abrió la puerta de madera negra que le conduciría a la misteriosa habitación. Y nuevamente se sintió relajado al descubrir que era una especie de sala de espera, en la que había únicamente una silla, que le resultó extremadamente cómoda. Frente a ella había un cuadro antiguo y muy llamativo, que combinaba a la perfección con los aromas y la música que flotaba suavemente en el cuarto. Era , en conjunto, una verdadera obra de arte y un monumento a la comodidad.

"Tal vez aquí venga a relajarse el viejo médico de la familia" pensó Essen. También pensó que, si lo seguía invitando a la habitación, podría ir a revisarse más seguido. "Probablemente me invitó a esta sala para retribuirme tantos años de fidelidad. Tal vez aún se sienta culpable por..." Jorge interrumpió sus pensamientos. No quería recordar aquel suceso tan doloroso. Observó el cuadro que tenía enfrente: era una escena algo irreal, tenía algo macabramente bello, aunque no sabía qué. Un hombre apuñalaba a un cerdo, mientras que otros se peleaban entre sí. Había alguien muerto en el suelo. Caído mientras se agarraba la cabeza.

Jorge recordó aquello que quería olvidar.

"Mi padre, murió en los brazos del médico. Pero no fue su culpa, papá tenía un coágulo en el cerebro, no había nada que el viejo pudiera hacer. No puedo creer que aún recuerde, no puedo creer que mi esposa aún lo utilice para evitar que yo venga".

El cuadro lo llamó de nuevo: Tres pequeños personajes bailaban sobre la espalda de una criatura deforme. La criautura lloraba pidiendo piedad.

" '¡Sólo vas para ahorrarte unas monedas!' me dice. '¡Mató a tu padre!'. No tiene ningún derecho de utilizar el nombre de mi padre así. Ni tampoco de insultar a aquel buen hombre, que tan amablemente le habia ofrecido su salón de descanso. ¡Pobre anciano! Todavía se siente culpable, después de tantos años."

Aquel cuadro. ¿Qué era lo que le atraía?. En lo lejano, una estatua colosal lo observaba, con una mirada penetrante, hipnótica. Todo en aquel cuadro estaba bajo su control, bajo su mirada inquisidora.

"Hace 20 años que mi padre murió. En una semana serán los 20 exactos. ¿Lo sabrá el médico? ¿La fecha le habrá traído un antiguo sentimiento de culpa?"

Unas mujeres gritaban semi-enterradas en el cuadro, y aquel coloso que todo lo observaba permanecía impasible.

"Ya serán 20 años"

Aquel Gran Hermano lo miraba desde aquella obra de arte. Lo atacaba, lo hipnotizaba, lo tentaba y le contaba secretos mortales al oído. Finalmente, el tiempo pasó sobre el tiempo y el espacio sobre el espacio. Y como un buda maldito llegó a una iluminación, al gran conocimiento perturbante de los secretos abismales del oscuro Universo. "Aquel cuadro" pensaba Essen mientras su mente era catapultada hacia una dimensión de penumbras.

Fue encerrado en una estatua de mármol, pensando constantemente en algo o alguien llamado Atornum. Repentinamente sintió que lo arrastraban con una agilidad increíble, y esta persona ,que lo arrastraba hacia un pequeño pasillo de muros de piedra, cantaba:

"¡La pequeña oveja perdida volvió al rebaño! ¡Y el pastor la llevó entre las Colinas de la Sabiduría!"

"Es el anciano" pensó Jorge. "¡El médico! ¡ATORNUM!". El viejo rió atrás de él, como si hubiera adivinado su pensamiento.

"Cuéntame, ovejita, háblame, ovejita. ¡El Coloso te lo ha dicho, y el conocimiento tiene su precio!"

Luego, el viejo cantó como un maniático palabras sin ningún sentido. Parecía una especie de idioma, pero vedado a la sabiduría universal que Jorge poseía.

"Has llegado justo a tiempo, pequeño pensador. ¡Tu mentor extraerá de tu carne lo que no puede extraer de tu boca! Una semana más tarde y nunca podrías haber escuchado lo que el Coloso dijo!"

El largo pasillo finalmente terminó en el Gran Salón de las 35 Columnas. Tallado en la piedra se encontraba una estatua gigantesca, que todo lo vigilaba. A sus pies se encontraban muchísimas esculturas de pensadores. En la primera fila que Essen vió, las estatuas tenían los ojos tapados y sus dedos cortados. En la siguiente, tenían todos los dedos cortados excepto uno. Jorge fue vendado. Siguieron avanzando un tiempo que pareció interminable, hasta que fue colocado en su lugar correspondiente.

"¡OVEJITA ESCURRIDIZA! ¡NO TE ESCAPARÁS DE NUEVO!" Gritó el anciano demente, y le arrancó 6 dedos.

Atornum se fue caminando, y el resonar de sus pasos dejó de escucharse. Pero una voz resonó en la mente de Essen:

"Tu alma solo se liberará de esta prisión si descubres cuántas filas de Pensadores hay, cuántos Pensadores en total y cuál es la Edad de Atornum"

Essen permaneció en la oscura sala, pensando.